Ayer día 2 de noviembre me escapé del mundanal ruido y me alojé en mi paraiso particular, Granada. Fui directamente a ver El Palacio Rojo, esa fortaleza a la vez contundente y delicada, con su especial juego de luces entre sus muros dorados y el atardecer bajo Sierra Nevada. Allí suspiré, respiré y cargué mis baterías para seguir soñando que yo era el habitante principal de aquel castillo árabe, el que paseaba por el Generalife con el gorgojeo sublime del agua por banda sonora mil veces oscarizada.
Pasa el teimpo, miro el reloj y despierto de mi letargo que me devuelve a mi realidad, me despido hasta lo antes posible de la Alhambra y sigo soñando despierto con lo que la vida me ofrecerá al día siguiente.
Jhosio, bienvenido al mundo de blogger, me alegro de que tengas abierto un blog para poder exponer tus trabajos, opiniones y demás, mecerece la pena que todo el mundo pueda verlo.
ResponderEliminarSuerte y salud.
Un abrazo.