
San Isidoro lleno hasta la bandera de cofrades y pasos, las escuadras se van formando. Los faroles encendidos muestran el camino al cristo crucificado. La llamada del capataz retumba en la iglesia y el recogimiento inunda el corazón penitente de los presentes. La Noche Oscura se torna brillante al esperado encuentro con con la Reina de San Millán.
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