Fernando Sánchez es un jubilado que no se puede estar quieto. Toda la vida trabajando y cuando para unos lega la hora del disfrute, él ocupa su tiempo de jubilación en cultivar su devoción por la virgen María. ¿Cómo? Haciendo ROSARIOS. ¡Y que rosarios! Unos hechos de huesos de aceituna, otros de huesos de almendra, en definitiva de todo aquello que tenga huesos. Pero ahí no queda la cosa, Fernando tiene una habitación entera dediada a sus rosarios, ¿y cómo se llama esa habitación? LA ROSARIERA.
Pero lo que más impresiona es este rosario de nueces.
Además Fernando es un hombre piadoso y en numerosas ocasiones ha regalado sus rosarios a sus vecinos, a la parroquia...
La última donación ha sido para una congregación religiosa de Benin, hasta allí han viajado sus rosarios para extender la devoción mariana.
Eso se merece la gloria.
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