Eran las 20 horas de ayer cuando cual subalterno de otra cuadrilla, vi al maestro y le saludé con un enhorabuena. El apretón de manos fue serio e intenté sacarle a Eugenio alguna sonrisa para aliviarle, hablamos y rió.
En el burladero sentado junto a su compañero de mano a mano (Marcos), la prensa toma las últimas imágenes antes de que el morlaco salga por toriles.
Marcos distiende el ambiente, aunque el cabeza de cartel se aprieta los machos junto a su esposa, es su turno y sale al tercio a recibir al astado.
El público aplaude su salida al centro del ruedo y guarda silencio al recibir al primero de la tarde.
Conforme pasa la lidia, el público está espectante, el torero se relaja y empieza a disfrutar, se gusta y ensalza la figura de la chiquitilla.
La faena avanza, los muletazos que salen de su boca templados, emoción en el tendido. Llega la hora de entrar a matar y el vuelapie es certero, el tendido aplude desmesuradamente. Las orejas al esportón.
Todo a acabado pero su faena queda para el recuerdo.
Muchas gracias por hacerme protagonista de tu blog y por tratarme tan bien.
ResponderEliminarUn abrazo.